Así se derrumbó el imperio dorado de Pedro Segura

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imperio dorado de pedro segura

En Guerrero hay políticos que parecen personajes de corrido, con todo y su propio soundtrack de banda norteña, pero ninguno tan caricaturesco y a la vez tan peligroso como Pedro Segura Valladares. El hombre que durante años desfiló por Acapulco con relojes de colección, cadenas de oro que parecían grilletes de lujo y fiestas en hoteles donde el menú costaba más que el salario anual de muchas familias, hoy intercambia los cubiertos de plata por una charola de comedor penitenciario.

No es novedad que Segura vivía rodeado de lujos —caballos finos, camionetas blindadas, viajes a Las Vegas para “reuniones de negocios” y restaurantes donde no pedía la carta, pedía la cocina entera—, pero lo que siempre llamó la atención fue cómo, pese a no ocupar cargos públicos de alto nivel todo el tiempo, mantenía un estilo de vida que ni un gobernador en funciones podría sostener legalmente. Ese misterio, que todos conocían pero pocos se atrevían a decir en voz alta, tenía un aroma inconfundible: el del dinero caliente, de esos fajos que no se cuentan con calculadora sino con miedo.

Su nombre comenzó a asociarse cada vez más con personajes ligados al narcotráfico, no en reuniones oscuras sino en eventos públicos, como si no hubiera nada que ocultar. Las fotos y videos de sus “amistades” circulaban discretamente, pero en Guerrero, donde el silencio es mecanismo de supervivencia, nadie le ponía el cascabel al gato… hasta ahora.

La reciente detención de Pedro Segura no solo confirma las sospechas que llevaban años flotando en el aire, sino que también expone la forma en que la impunidad construye castillos… que tarde o temprano se derrumban. Dicen que cayó por “otros asuntos”, pero la verdad es que el olor a pólvora y cocaína que rondaba su nombre era tan fuerte que ya no había manera de ignorarlo.

Hoy, el hombre que se pavoneaba entre políticos y empresarios como “gran benefactor” de la región, que regalaba despensas con una mano mientras con la otra se sospecha que movía negocios turbios, enfrenta un destino muy distinto: el de ser recordado no por lo que construyó, sino por lo que escondió. Y en Guerrero, eso pesa más que cualquier cadena de oro.

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